Como no todo va a ser viajar por el extranjero y en España también hay sitios preciosos, hoy toca contaros mis experiencias por El Bierzo, una región en el oeste de la provincia de León que cuenta con infinidad de atractivos.
El Bierzo ofrece opciones turísticas para todos los gustos: pueblos medievales, algunos con castillo incluido; montañas para recorrer con calma; una gastronomía excelente, con muchas influencias gallegas; y hasta unas antiguas minas romanas declaradas Patrimonio de la Humanidad.
Sin duda, los 4 días que pasé aquí con unas amigas no fueron suficientes para explorar ni una pequeña parte de la comarca, aunque hay que ver lo que cunde el tiempo cuando se tiene transporte propio.
Ozuela
Para recorrer la comarca de El Bierzo instalamos nuestra base de operaciones en una casa rural en el diminuto pueblo de Ozuela. A pesar de encontrarse a tan sólo 15 kilómetros de Ponferrada (la capital de la región), el pueblo parece estar en otra dimensión. Situado en la ladera de una colina verdísima, sus apenas 20 casas de piedra parecen estar mimetizadas con el entorno.
No se me ocurre un lugar mejor para descansar y coger fuerzas en la visita a El Bierzo, aunque llegar hasta Ozuela no es nada sencillo. Las nuevas tecnologías no sirven de mucho, pues el GPS es incapaz de diferenciar la carretera de los caminos forestales, así que nos costó una barbaridad encontrar el pueblo el primer día.
Montes Aquilianos
Los montes Aquilianos se encuentran en el sur de la comarca y para explorarlos nos decidimos por hacer una ruta circular de 15 kilómetros con salida y llegada en Montes de Valdueza. Este pequeño pueblo sin asfaltar cuenta con un antiguo monasterio y algunas casas de piedra, aunque lo cruzamos sin pararnos porque estábamos deseando comenzar a andar (y, todo hay que decirlo, se nos había hecho un poco tarde).
La primavera parece ser el mejor momento para caminar por esta zona, ya que todo tiene un color verde intenso y las flores se encuentran en pleno apogeo. Además, la temperatura es perfecta en esta época del año, pues no hace frío ni tampoco calor.
Por otro lado, esta ruta por los montes Aquilianos no es especialmente exigente, pues, aunque hay alguna que otra subida, no son demasiado pronunciadas. La parte más complicada consiste en atravesar un riachuelo que baja de las montañas sin mojarse los pies ni caerse al agua por las resbaladizas rocas que lo rodean.
Disfrutamos de unas vistas preciosas durante todo el recorrido y, además, cuando llegamos a la zona más elevada del camino, nos encontramos con un rebaño de ovejas, que contaban con 3 perros enormes como únicos pastores. Menos mal que después de ladrarnos durante un rato (el eco de sus propios ladridos en las montañas les tenían un poco confundidos), no les parecimos una amenaza para sus ovejas y nos dejaron pasar.
En apenas 2 horas nos plantamos en el denominado Valle del Silencio, un impresionante lugar coronado por un circo que a estas alturas del año todavía conservaba algo de nieve en su cumbre. Se trata de un lugar realmente tranquilo que hace honor a su nombre.
Peñalba de Santiago
En este lugar idílico se encuentra el precioso pueblo de Peñalba de Santiago, fundado por un monje que se retiró a este remoto lugar para dedicarse a la vida contemplativa. De esta manera, construyó en el siglo X la iglesia mozárabe de Santiago, que es el edificio más significativo del pueblo.
La iglesia puede que sea el hito arquitectónico más importante de Peñalba, pero el resto del pueblo no le desmerece en absoluto. Todas las casas están construidas en piedra con balcones de madera y tejados de pizarra. No se permite el acceso de vehículos y pasear por sus calles empedradas es como trasladarse a otra época. Además, las vistas de los montes Aquilianos desde Peñalba de Santiago son espectaculares.
Después de una abundante comida en Peñalba, pusimos rumbo de vuelta a Montes de Valdueza. En esta ocasión, seguimos un sendero mucho menos transitado (y mucho peor señalizado). El camino nos llevó por una zona con más vegetación y disfrutamos de una panorámica distinta de los montes Aquilianos.
El problema llegó cuando se acabaron las señales del camino. Estábamos a apenas 3 kilómetros de Montes, pero no sabíamos por dónde seguir, así que no nos quedó más remedio que utilizar la carretera (más vale malo conocido que subir por el monte a ciegas). Por suerte, una familia se apiadó de nosotras cuando íbamos a mitad de camino y nos acercó en su coche hasta el pueblo.
Villafranca del Bierzo
Uno de los pueblos más bonitos y animados de la comarca es Villafranca del Bierzo. Su fundación se asocia con el Camino de Santiago y sus peregrinos franceses, allá por el siglo XI. En la actualidad, esta peregrinación sigue siendo una importante fuente de ingresos para el municipio.
Como no podía ser de otra manera, Villafranca cuenta con innumerables iglesias y conventos. Una cantidad sin duda desorbitada para el tamaño de la población, pero que mantiene entretenido al visitante durante una buena mañana (o tarde). El más espectacular de estos edificios religiosos es la Colegiata de Santa María.
Sin embargo, el más importante (por lo menos, para los peregrinos) es la pequeña iglesia románica de Santiago. Se trata del único lugar del Camino de Santiago en el que se puede conseguir la bula jubilar o jubileo (vamos, el perdón total de los pecados) en caso de no poder completar el recorrido hasta Santiago de Compostela.
Las Médulas
Las Médulas están formadas por una antigua mina de oro romana, que ha transformado radicalmente el paisaje de la zona. Este lugar histórico ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y bien merece una visita. Los antiguos pobladores de la zona recogían el oro de los ríos que bajaban de las montañas, pero los romanos fueron más allá, llegando hasta la fuente originaria de ese preciado metal. Por supuesto, la extracción minera de aquella época (estamos hablando del siglo I) no contaba con la maquinaria ni la tecnología actual, por lo que los romanos le echaron imaginación.
La solución minera romana fue idear un sistema que utilizaba el agua como elemento destructivo y así fueron erosionando la montaña poco a poco y obteniendo todo el oro que había en ella. Ese sistema nos ha dejado este interesante paisaje, en el que el rojizo de lo poco que queda de la montaña contrasta con el verde de la vegetación que ha ido creciendo en los siglos posteriores.
Además de lo que queda de la montaña, la zona cuenta con varios lagos artificiales, utilizados por los romanos en proceso de extracción y lavado del oro. Estas lagunas se han integrado perfectamente en el entorno y ahora son el hogar de numerosas especies. En una de estas lagunas viven cientos de ranas, que se pasan el día croando su felicidad, como podréis apreciar en el vídeo.
Carracedo de Compludo
La última parada en nuestra visita a El Bierzo ha sido en el diminuto y remoto pueblo de Carracedo de Compludo. Hasta hace poco era prácticamente un pueblo fantasma, pero en los últimos años ha sido rehabilitado intentando mantener las construcciones tradicionales de la comarca. Esto es, casas con muros de piedra y tejados de pizarra.
El resultado no ha podido ser mejor, pues es un pueblo digno de visitar. Las 10 personas censadas en Carracedo de Compludo viven en un paraje precioso en mitad de los Montes de León y su pueblo sigue creciendo respetando el entorno.
Resumiendo, me han encantado estos días de aventuras por El Bierzo. De hecho, 4 días se me han quedado muy cortos, pues es imposible visitar todas las maravillas de la zona en tan poco tiempo. En pocas palabras, la comarca me ha parecido impresionante, con unos paisajes espectaculares e infinidad de pueblos con encanto.